Septiembre siempre huele a ilusión, a cambios, a iniciar proyectos, a estrenar otra etapa. Septiembre tiene ese aroma de vuelta al cole, olor a nuevo, esa esencia que solo desprende el seguir aprendiendo. Por ello, septiembre tiene un sabor especial… porque septiembre es el mes en el que se retoma la rutina y, con ella, se deben adoptar otra vez los buenos hábitos alimentarios que se dejan atrás en verano. Para ello, consumir frutas y verduras es primordial.
Conseguir que el curso escolar llegue a su fin de forma óptima necesita planificar una buena alimentación para toda la familia, en especial cuando se habla de los más jóvenes de la casa. Enseñar a los más pequeños a seguir hábitos alimentarios adecuados y un estilo de vida saludable contribuirá de manera positiva en su salud y su rendimiento físico e intelectual.
El peso que tiene una correcta alimentación durante la niñez y la adolescencia radica en que es en la niñez cuando el organismo se encuentra en formación. A estas edades los problemas nutricionales pueden derivar en un mal funcionamiento de los órganos del cuerpo, cuyas consecuencias pueden ser tan graves como un crecimiento deficiente, un mal desarrollo cognitivo y psicomotor o la aparición de algunas enfermedades. Comer de modo sano y equilibrado es fundamental.
Para lograr este objetivo es imprescindible que en el hogar se eduque en nutrición desde la infancia. Las frutas y verduras son importantes componentes de una dieta saludable y su consumo ayuda a prevenir diversas enfermedades, como las cardiopatías, el cáncer, la diabetes y la obesidad.
Las vitaminas, los minerales y otros componentes de las frutas y las verduras son esenciales para la salud humana.
La fibra, por ejemplo, contribuye al tránsito a través del aparato digestivo y a reducir los niveles de colesterol en la sangre.
Las vitaminas y minerales ayudan a mantener un adecuado estado de salud y los fitoquímicos, como los compuestos que dan a los tomates y las zanahorias sus vivos colores, tienen efectos antioxidantes y antiinflamatorios.
Además, estos productos naturales favorecen una adecuada digestión de otros nutrientes, aumentan el volumen intestinal, lo que ayuda a regular el apetito y suelen implicar una mayor seguridad de los alimentos, tanto los frescos como los preparados.