Los pimientos, al igual que los tomates, pueden considerarse frutas desde un punto de vista botánico, ya que contienen al menos una semilla en su interior y crecen a partir de la flor de la planta. Sin embargo, en el ámbito popular y especialmente en la cocina, se los clasifica como verduras (o hortalizas, términos que se consideran sinónimos) debido a su falta de dulzura o acidez. Son plantas comestibles que se cultivan en huertas.
Historia de los pimientos
Los orígenes del pimiento se remontan hace unos 20.000 años en la región de Bolivia y Perú, según estudios paleobotánicos. Los primeros habitantes humanos de estas áreas comenzaron a consumirlos en estado silvestre hace unos 12.000 años, y se cree que su cultivo comenzó hace unos 10.000 años. Evidencias significativas de esto se encuentran en restos hallados en cuevas como Guitarrero y Pachamamai en Perú, datados alrededor del 8.000 a.C.
Hay diversas teorías sobre quién introdujo el pimiento en Europa, algunos dicen que fue Colón, otros los portugueses, e incluso se sugiere que ya estaba presente procedente de Asia. Sin importar quién fue el pionero, lo relevante es que este valioso alimento llegó para quedarse y enriquecer la gastronomía europea.
En Europa, además de ser consumido fresco, se pulveriza para obtener pimentón, un condimento característico que se utiliza para dar sabor y color a platos de carne y pescado.
Propiedades y Beneficios
Los pimientos son ricos en nutrientes importantes como potasio, fósforo, calcio, vitamina C y vitamina A. También son bajos en calorías y proteínas, con un contenido aproximado de hidratos de carbono del 3% y un 2% de fibra. Cuando maduran y se tornan rojos, también contienen licopeno, un compuesto que se dice ayuda a prevenir ciertos tipos de cáncer y problemas de visión.
Además de sus propiedades nutricionales, los pimientos son diuréticos y favorecen el tránsito intestinal. Es evidente que son un elemento indispensable en una dieta equilibrada.